Pollicina, Tónica Piposa y la primavera

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tonica

Tónica Piposa

Por Pollicina y Tónica Piposa (payasas de Saniclown).

Pollicina y Tónica Piposa adoran la primavera, así que, ayer, se propusieron encontrarla en algún rincón del hospital. En el pasillo encontraron algunos indicios: el gris de la ropa de invierno estaba empezando a ser sustituido por colores alegres y estampados de flores. ¡Incluso notaron alguna mirada enamorada! ¡Sabían que estaba cerca, podían sentirla!

 

Entusiasmadas, siguieron por las habitaciones:

Visitaron a Iker, que tenía la primavera guardada entre las sábanas y por eso quería jugar al escondite con las payasas. Por más que buscaron y rebuscaron por la habitación, no fueron capaces de encontrarle. Consiguieron encontrar la nariz de Iker, las orejas de Iker, el culete de Iker, los deditos de los pies de Iker, pero a Iker, no, a Iker no le encontraron por ninguna parte. Solo pudieron oír un cojín que se reía a carcajadas y sabían que la alegría de Iker era su belleza, ¡imposible de esconder!

Pensaron que la habitación de Marta sería un buen sitio para seguir buscando. Allí encontraron cuatro flores hermosas: Marta, su mamá, y las yayas. Las yayas son unas flores especiales a las que nunca se les gastan los besos ni los mimos. Nunca, nunca se les gastan. Marta es una música experimentada. Se le da genial montar conciertos con los instrumentos más dispares. Pollicina y Tónica pensaron que un concierto era una genial idea para atraer la llegada de la primavera, así que se sintieron entusiasmadas. Repartieron instrumentos entre todas, y Marta decidió llevar la percusión y ser la directora del concierto al mismo tiempo. Con una mano tocaba el acordeón-lagarto, y en la otra tenía el pipi para dirigir la orquesta. Como todo el mundo sabe, el pipi es un aparato que hace «pipi» y que sirve para medir la fiebre y para dirigir orquestas de primavera. Las payasas se sentían entusiasmadas, porque sentían la primavera muy, muy cerca. Empezaron incluso a pensar que la primavera no era algo externo a las personas, si no que dentro de cada una de ellas podían florecer calor y colores.

Pollicina

Pollicina tiene un superpoder que aprendió de un superhéroe .

Entonces entraron en la habitación de Juan. Juan es un mago especial, con muchas cosas mágicas que hacer. En ese momento, su mamá y él, junto a otros ayudantes, estaban muy concentrados en encontrar objetos especiales en una baraja de cartas redondas. Juan ha aprendido magia de su mamá, que es a la vez maga y guerrera. Las payasas decidieron poner toda la atención para aprender del maestro. Se sentían muy agradecidas de que un mago tan maravilloso les permitiera observar lo que sabía hacer con las cartas. Observaron y observaron, y Pollicina pensó en regalarle algo bonito para agradecerle su sabiduría.

Pollicina tiene un superpoder que aprendió de un superhéroe en tierras lejanas:

En una mesa de un café de la Vila Madalena de Sâo Paulo, silenciosamente, un señor que no podía oír los sonidos ni emitir alguno, le comunicó un secreto generoso. Ella, Pollicina, no hablaba portugués, y el señor no podía hablar. Pero las manos de los dos empezaron a dar forma a un cuadrado de papel de seda colorado. Ella seguía con atención cada pliegue que hacía, pasando de cuadrados a rectángulos. Y de esta comunicación hecha de palabras de papel salieron dos maravillosas y ligeras flores. Pollicina aprendió que cada uno tiene un lenguaje especial, que cada uno puede enseñarte algo mágico, y que siempre puedes regalar una flor si en tu bolsillo llevas un cuadrado de papel de seda colorada.

flores

Mamá estaba muy contenta porque por fin podían tener flores en la habitación.

Y así, en aquella habitación, Pollicina transmitió el secreto de aquel señor silencioso de Sâo Paulo, y todos, siguiendo las sabias enseñanzas de Pollicina, se pusieron manos a la obra para llenar la habitación de flores. Juan y su mamá hacían un equipo de magos tan genial que decidieron construir su flor a medias para que tuviera un poquito de cada uno. Así, muy atentos a las enseñanzas, doblaron, y doblaron y volvieron a doblar, hasta que de los dobleces, como por arte de magia, aparecieron unas flores preciosas. Mamá estaba muy contenta porque por fin podían tener flores en la habitación, y a Juan le encantan las flores. Pollicina regaló su flor a Juan con una sonrisa enorme, para que tuviera dos.

flores

Juan le regaló a mamá la única flor que él tenía, la que le había regalado Pollicina.

Entonces el momento más importante llegó: Mamá miró a Juan, con la flor que habían hecho entre los dos en las manos, y le pidió permiso para regalarla a quien ella quisiera. Juan no las tenía todas consigo, porque lo que más le gusta del mundo son las flores, y claro, una flor que has hecho con tu mamá es aún más especial, pero mamá insistió, tanto, tanto, que no pudo negarse. Ella quería regalarle la flor a una persona muy, muy especial.

Todos en la habitación estaban emocionados y expectantes intentando averiguar quién sería el afortunado. Entonces, con los ojos brillantes, y con una sonrisa preciosa, mamá miró a Juan y le regaló la flor a él, ¡a él!, «porque eres la persona más especial del mundo»—dijo. Entonces Juan le regaló a mamá la única flor que él tenía, la que le había regalado Pollicina, «porque eres la mejor mamá del mundo»—dijo.

Y así fue como Pollicina y Tónica Piposa encontraron por fin la primavera, una primavera donde las más bellas flores son las emociones y el amor que une poderosamente a las personas.

(Los nombres de los niños que aparecen en esta historia y los de sus familiares son inventados)

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