Espaguetis: ¿Chapita?
Chapita: ¿Sí?
Espaguetis: ¿Cómo es lo de escribir una historia sobre lo que pasa en una habitación cuando vamos a ver a los niños, a jugar con ellos y a reírnos?
Chapita: ¡Muy sencillo Espaguetis! Por ejemplo… uhm… ¿qué pasó el jueves pasado? ¿Te acuerdas no?
Espaguetis: Sí, sí ¡me acuerdo que nos subieron los valores de la alegría!, pero… si me pides los detalles, ahí me caigo como una pera….
Chapita: ¡Cachis, Espaguetis! Te lo cuento…. con el único idioma que conozco, el espayaso.
Espaguetis: ¿Espayaso?
Chapita: Que sí, el español de una payasa, prepárate, tú escribes y yo te dicto, a ver si me acuerdo de todo los substintivos y de los art-ipulos. ¡Coge un boli rápido Espaguetis!
Espaguetis: Aquí lo tengo Chapita, tengo uno justo en el cuello, no sé cómo acabó allí pero bueno lo tengo…
Chapita y Espaguetis cerraron los ojos, porque los payasos y las payasas escriben mejor así.
Hubo un silencio.
Espaguetis estaba concentradísimo en no perder el boli.
Y Chapita empezó a contar. De repente, ¡los dos se proyectaron en ese cuarto y lo vieron! Volvieron a revivir esos momentos mágicos que vivieron junto a esa preciosa niña y sus padres….
Música clásica y de Los Ramones, Espaguetis a la armónica.
Reiki de sonrisa y manos grandes…
Los ojos de su familia sintiendo la vida y ella…
Ella devolviéndonos esa mirada que bailaba a la par con los dos.
Sus ojos desafiaban a cualquier pregunta.
Increíble como tanta belleza podía entrar en una sola habitación…
De repente, una mujer de su familia dijo: ¡el valor del oxígeno en la sangre ha subido!…
¡Así fue como Chapita y Espaguetis sintieron también, junto a su nueva amiga, subir el valor de la alegría!