Viernes, 9 de marzo de 2012
Ayer Payasa Tutú y yo tuvimos una tarde muy completa y llena de elefantes. Podría ser perfectamente el día del elefante porque nos encontramos con bastantes de ellos en los pastos de varios pijamitas.
Fue una gran tarde y como decía muy completa: trasladamos un teatro entero con su telón y todo a una habitación, conseguimos que un elefante enorme aprendiera a volar y de paso a contar hasta 2, aprendimos a hacer cerditos de plastilina (técnica complicada que solo manejan unos cuantos), bailamos flamenco cual pájaro flamenco, trajimos a Justin Biver y nos cantó una de Isabel Pantoja como no podía ser de otro modo, unos pajarillos enseñaron a Tutú a inflar globos, encontramos la forma de entrar 3 en una casa de 2 en la que había 1 niña, y dentro hicimos hasta pasteles,… y hasta curamos a Tutú de un dolor itinerante del que se había hecho amiga… ah! Y adiviné a la de tres el nombre de un papá!!
Nos íbamos de vuelta ya con una sonrisa enorme de esas que se tienen que sujetar con las dos manos cuando nos encontramos con unos cuantos “niños adultos” que descansaban en sillas en un pasillo. Payasa Tutú, con el arrojo que la caracteriza, enganchó grácilmente a uno de ellos (resultó ser un director de cine!) y se puso a bailar una mezcla de tango y pasodoble de lo más bonito. Yo intenté otro tanto con mi maletín que hizo lo que pudo pero no dio el pego. Así que busqué víctimas y di con un hombre que aseguraba que bailaba como el tronco de un árbol. Yo siempre había querido aprender a bailar con un tronco así que después de mucha insistencia se enderezó. Al mismo tiempo aparecieron en escena dos niños de unos 5-6 de los cuales uno portaba una pelota roja muy chula, y me llamó tanto la atención que le dije que si quería tirar un penalti. En seguida Tutú organizó todo: el tronco que bailaba se convirtió casi de forma automática en un poste de la portería, yo era del Barça y el niño del Madrid y Tutú del Madrid… La tragedia se mascaba y después de un duro partido a penaltis ganó el Madrid empatando con el Barça. De repente el poste se confesó del Atleti y nos pidió una oportunidad (carácter típico del buen colchonero). El tal poste apostó por disparar de espaldas, que siempre está muy bien visto por todo el mundo menos por el que tira, que efectivamente, falló. En esta tesitura la madre de los dos niños nos hizo saber que uno de sus dos hijos tenía que ir a la habitación a cenar y por lo tanto se separaban de papá y de su hermano. Así que Tutú y yo le metimos en nuestro coche junto con su mamá y condujimos raudos pero seguros a la habitación.
Ya de vuelta y en el mismo sitio donde tuvo lugar el partido, el árbol que baila-poste-colchonero nos confesó que cuando llegó al hospital desde el trabajo tenía ganas de comerse a alguien y que nosotros le habíamos quitado el hambre. Fue el último gran regalo de una tarde muy completa y llena de elefantes.
2 Comments
Pupete!!!! que lindo es ver el mundo con ojos de payaso! gracias por estos ratitos tuyos y de todos los que asomamos naríz y corazón curioso. Eres un sol!!! Muak! Vero Macedo
Brutal tu forma de relatar, y más lo debe ser vivirlo.
Payaso, que bendición.