…Y es que hay conciertos silenciosos, de poquitas y grandes personas, que se guardan en la memoria a todo volumen.
Por Chapita (payasa de Saniclown)
Ahí estaban Caroto, Alicia y Chapita… expectantes ante su nueva amiga de la UCI, Valeria.
Caroto creía fielmente que su nueva amiga y él ya se conocían de antes… Así que no dudó en jugar a preguntarle por los lugares y las actividades que igual les había unido… diciendo » Sí sí, ya lo se… nos conocemos del Retiro» a lo que respondió Valeria «… no que vaaa». Finalmente Caroto le dijo «mmm ¡ya lo tengo! hemos cantado juntos antes».
De esta forma, Caroto nos propuso que cantáramos a la vez… a lo que Valeria rápidamente respondió, en voz muy bajita, que ella no podía hablar alto… ni mucho menos cantar.
Y por arte de magia, como suceden las mejores cosas… las dificultades se vuelven verdaderas oportunidades: lo difícil se vuelve a apasionante…
Así fue como Caroto, Alicia y Chapita se miraron y no dudaron en comenzar a cantar sin sonido, jugaron unos con otros a cantar con grandes gestos y en silencio… Eso sí, no cantaron a la vez, ¡fue un concierto de lo más ordenado! … el micrófono imaginario se pasaba con la mirada entusiasta, solo así sabíamos que nos tocaba cantar…
Cantaron los tres y por último cuando le pasaron «el micrófono imaginario» a Valeria, que se encontraba tumbada, esta se incorporó y levantando sus brazos todo lo que los cables le permitieron, cantó para nosotros sin sonido… vibró tan alto que de repente ese lugar ya no era la UCI… ¡Señores y señoras ese día estuvimos en la mejor ópera del mundo, en primer fila, el mejor concierto silencioso de la historia que nos regaló nuestra nueva amiga Valeria!