Los mil y un latidos. Diario de una payasa de hospital

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Prólogo de Jesús Jara para «Los mil y un latidos» nuevo libro de Verónica Macedo de la Editorial San Pablo

No es ordinario que, con poco más de veinte años, una persona coja su mochila y viaje a comunidades aborígenes andinas de la Puna (Argentina), a 4.000 metros de altitud, para realizar actuaciones payasas.

No es ordinario que, con apenas treinta años, una persona haya participado en un proyecto de payasos de hospital en Argentina, los Payamédicos, y puesto en marcha otro similar en España, Saniclown.

No es ordinario que una persona tan joven haya publicado tres libros.

Así que puedo decir que me dispongo a escribir sobre una persona extraordinaria.

Verónica Macedo, payasa y algo más, nos muestra en este libro –Los mil y un latidos– su corazón mejor que cualquier electrocardiograma. Nos abre las puertas de sus emociones a través de un trabajo tan novedoso como de incalculable valor.

Verónica, payasa, actriz, formadora, escritora y enamorada de la vida, nos presenta un diario íntimo de sus experiencias como payasa de hospital, que a su vez se convierte en una guía para navegantes. Es un generoso manual para todas las personas que, como ella, desean darse. Desde el amor y el respeto a los demás, a su profesión y a sí misma.

Vero, a través de su payasa Amandina, nos recuerda la importancia y la vigencia del viejo y el nuevo paradigma. Aquel que nos transporta a los valores más limpios del ser humano: la solidaridad, la entrega y el compromiso. Y lo hace a través de uno de los mejores antídotos que tiene la humanidad contra la tristeza: los payasos.

Ese nuevo y viejo paradigma no es otro que el del amor. En su libro encontramos la descripción de algunas de sus intervenciones en hospitales junto a sus compañeros, y encontramos también las reflexiones tras las intervenciones e, incluso, el seguimiento de algunos casos. Las reuniones del equipo para valorar cómo actuar con cada paciente, según su evolución. La importancia de cada detalle, la coordinación con el personal médico y hospitalario, la sensibilidad de los payasos para decidir en segundos lo más indicado para cada situación. Esto lo convierte en una herramienta eficaz para todas las personas que desean dedicarse, o ya lo hacen, a este trabajo apasionante, el de payaso de hospital.

Pero es también una potente luz que nos llena de esperanza y valentía para afrontar la enfermedad e incluso la muerte. La actitud de los niños y niñas, ante estos temas tabú para los adultos, nos enseña que el coraje habita en el interior del ser humano. Y que muchas veces lo que más y mejor lo activa es la risa y la ternura que transmiten los payasos.

Los payasos, fuente de vida y optimismo son los únicos capaces de ver en la calamidad una oportunidad.

Ser payasa no es cualquier cosa. Requiere vocación, preparación, iniciativa, inteligencia, tenacidad y suerte. Debes desear serlo con toda tu alma, formarte, poner en marcha proyectos con una buena estrategia, armarte de paciencia y, finalmente, confiar en que la suerte premiará esa actitud.

Ser payasa de hospital requiere lo mismo multiplicado por dos. Así que la fórmula de Verónica es vocación-preparación-iniciativa-inteligencia-tenacidad-suerte al cuadrado. Con ella, ha abierto puertas donde antes había tan solo paredes inhóspitas. Ha encendido ilusiones donde antes habitaba la angustia. Ha sustituido la resignación ante el dolor por el coraje de vivir. Ha dicho basta al sufrimiento en soledad, conectándolo con la risa solidaria. En definitiva, ha puesto magia en la realidad.

Terminaré diciendo que, aunque Verónica Macedo es una persona extraordinaria, lo es como tantas otras desconocidas. Desde el anonimato, la humildad y la sencillez. Personas comunes que nunca son portada de un informativo. Héroes y heroínas del día a día, que mejoran nuestro planeta y la convivencia entre sus habitantes.

Verónica Macedo es tan solo una buena persona que nos ofrece su trabajo y sus conocimientos para enseñarnos y para seguir aprendiendo. Para compartir con nosotros, lectores, su pasión, su manera de ser y de estar, su compromiso con la humanidad. Verónica dice en su libro que «le enamora la gente que asume y ama el trabajo y el acompañamiento de quien está sufriendo, de quien está muy triste o con un dolor más grande en su pensamiento que en su propio cuerpo, de quien en su pequeña o larga existencia nos recuerda la fragilidad de la vida y del ser humano…».

Pues bien, amigos lectores, Vero es una de esas personas. Y este libro es una muestra de ello, y una joya.

Jesús Jara

Nuevos aires el blog de San Pablo

 

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